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Mohamed Abdelkefi


La mujer por su pluma

Si digo que hice una buena lectura, me quedo corto. Si escribo que acabo de terminar un estudio serio, bien documentado y bastante profundo, temo no cumplir mi deber de lector avisado y honrado. Si hablo de una obra bien estructurada, enriquecedora, instructiva, documentada y ampliamente comentada, temo quedar lejos de la verdad. ¿Qué decir entonces? Nada más que esto: cualquiera que quisiera averiguar hasta qué punto mis palabras son reales, no tiene más que leer la obra y juzgar por sí mismo. Su título es provocador y seguramente lleva a suponer todo menos su contenido. ¿Pero de qué obra estoy hablando? ¡Ah! Sí. Se trata del último fruto salido de la pluma de la profesora e investigadora Leonor Merino, llamado: La mujer y el lenguaje de su cuerpo.  

Cualquier hombre, digno de su machismo u hombría se imagina, al leer este título, algo parecido a las secuencias y espectáculos con los que las películas y los programas televisivos nos bombardean sin cesar. Pues nada de esto, por supuesto. Se trata de un estudio serio, profundo, muy documentado, bien estructurado, escrito en un estilo y lenguaje sencillos pero elocuentes, disertos, eficaces; es el estilo que en árabe se califica por sahlun mumtaniaun, es decir “fácil pero impedido o difícil”. 

Se trata de la situación de la mujer en el Magreb, Marruecos, Argelia y Túnez, con este orden en la cantidad de citaciones y ejemplos. Es un recorrido bastante amplio –en la medida que lo permite el espacio–, bien documentado y cercano a la realidad, de la evolución, emancipación y liberación de la mujer en el Magreb particularmente. Acabo de decir que el tema del libro es la situación de la mujer en los países del norte de África. Algo de esto hay, pero no es todo; hay también la biografía y el censo, si es correcto utilizar este término, de las escritoras magrebíes, en particular las que se expresan a través del idioma francés. Creo que tampoco esto es todo. Hay también un exposé, una ponencia, una pincelada histórico-sociológica de las sociedades de aquellos tres países árabes, con sus componentes culturales, donde el elemento bereber o amazigh tiene su peso y sus huellas en muchos aspectos de la vida del individuo o de la sociedad en general. ¿Y el Islam? Aquel elemento o factor primordial, dominante, conductor u orientador de muchos aspectos de la vida de aquellas sociedades, ¿tiene su sitio en esta magnífica obra? Por supuesto y un buen sitio además, con la añadidura de que la autora ha dado la prueba de ser de las pocas y los pocos que entienden el Islam correcta y objetivamente, con el rigor y la racionalidad del estudioso conocedor pero imparcial.  

Lo mismo hace Leonor Merino en todos los aspectos de los temas y problemas tratados, y son muchos, con una particularidad o peculiaridad, que personalmente y muchos de mis paisanos siempre hemos pedido y reclamado, pero pocos lo hacen; me refiero a dar la palabra a los propios protagonistas, a los árabes o quienes sean, y dejarles, a ellos primero, expresar sus opiniones, sus sentimientos, sus anhelos, sus quejas, sus soluciones, antes de expresar los nuestros si hiciera falta. Esto, la profesora Merino lo ha respetado a lo largo de su valiosa obra. Me gustaría copiar aquí algunas citas de lo que ella ha escrito, citado o comentado; pero temo tener que transcribir todo el libro o su mayor parte. Así que mejor dejarlo al interesado para juzgar, por sí mismo, lo que va a encontrar al leer esta rica y maravillosa obra. ¿He dicho leer? Creo que el término no es adecuado; porque se necesita más que una lectura normal. Personalmente lo he leído dos veces seguidas, con lápiz y papel en la mano, subrayando y copiando citas, opiniones, comentarios de la autora y de sus protagonistas. 

También para tomar notas críticas que pienso discutir, para aclarar, con la autora, que ha tratado muchos temas, todos de suma importancia: la cultura o las culturas, porque muchas de las autoras citadas están, como muchos de sus compatriotas, déchirées entre dos o más culturas; la religión, las tradiciones, las costumbres, el papel o la influencia del padre en ciertas sociedades –mal parado, por supuesto, por mal entender su verdadero papel y posición, por él mismo también– como consecuencia de las creencias religiosas o doctrinales, de la historia, de las tradiciones y muchos factores más. El papel de la Madre, con mayúscula, y sus improntas en la vida de los hijos y más aún de la hijas –papel a venerar cuando se sabe en qué condiciones vivían ellas mismas–, la identidad y un sinfín de temas y problemas de las sociedades magrebíes que la autora intentó tratar con objetividad, amplios y verdaderos conocimientos, favorecidos por el dominio de los idiomas de la región tratada, de modo que la profesora no tuvo que recurrir, como muchos, a la traducción, sino que ha bebido directamente de la fuente, ofreciendo opiniones acertadas a veces, cercanas de la verdad otras y erróneas algunas. Sabemos de sobra que la perfección no es de este mundo; pero como lo estipula un dicho árabe: el que se esfuerza y tiene éxito, tendrá dos méritos; pero el que se esfuerza sin éxito, tendrá un solo mérito. 

En La mujer y el lenguaje de su cuerpo, Leonor Merino se ha más que esforzado, y con un mérito o dos, le bastará para ser de los pocos y pocas que saben la verdad y la dicen cuando se trata de temas árabes. 

Termino con unas palabras de la autora: “escribir sobre uno mismo es permitir el encuentro amoroso de la memoria y del lenguaje interior”, recordándole que con esta obra puede escribir sobre ella misma con letras de oro, según la expresión árabe. 26 septiembre 2011   

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Para saber más sobre Leonor Merino y su libro La mujer y el lenguaje de su cuerpo, pinche aquí.

 


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