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RAQUEL CASADO CÁRDENAS
Plan Bolonia: un futuro lleno de controversias
La educación es un derecho y debe ser un bien público, no una mercancía
con la que juegan las empresas sin saber que lo que se traen entre manos no
es sólo dinero, sino el futuro de miles de estudiantes que sacrifican
sus días por un futuro digno.
En los últimos tiempos se oye hablar mucho del Plan Bolonia, lo que se
conoce como proceso de Convergencia Europea. Éste es una reforma de la
enseñanza universitaria encaminada a privatizar y a elitizar la
universidad pública hasta límites insospechados. Los actuales títulos de
Diplomatura o Licenciatura van a ser sustituidos por Grado, Máster y
Doctorado, cada uno de ellos con su correspondiente trabajo de fin de
ciclo. Pero no es el único cambio de este ingenioso sistema:
los precios de estas titulaciones han sido establecidos en torno a los
1.800 euros, pero a consecuencia de las intensas movilizaciones y de las
protestas estudiantiles, el Ministerio ha estimado oportuno revisarlas.
Todos los estudiantes universitarios nos vemos afectados por la reforma
de la educación universitaria, ya que las directrices que siguen
responden claramente a intereses puramente financieros y al
establecimiento, a corto, medio o largo plazo, de una universidad privada
y sólo al alcance de unos pocos. Porque, si hablamos de estas cantidades
y teniendo en cuenta que las becas van a ser sustituidas por algo así
como prestamos universitarios, ¿quién puede hablar de universidad
pública?
Los universitarios somos los principales implicados de este Plan, y sin
embargo a ninguno de nosotros se nos ha preguntado qué nos parecía la
reforma. Si ya nuestro futuro y nuestra economía iban a ser precarios aun
cuando hemos estudiado una carrera y hemos hecho prácticas, ¿qué será de
nosotros cuando tengamos que estudiar un Grado, trabajar gratis (porque
no puede llamarse de otra manera) durante un año presuntamente haciendo
prácticas y volver a la universidad para, tras acabar el
Postgrado, estemos preparados para acceder al mundo laboral? Pero todavía
empeora la cosa cuando, una vez que consigamos un trabajo, más precario
o mejor pagado, tengamos que destinar parte de nuestro sueldo a devolver
el dinero prestado.
Este modelo sólo crea trabajadores y puestos de trabajo precarios, un
modelo creado para los intereses de unos pocos sacrificando los del
resto, que crea “profesionales” que de nada saben y para todo sirven...
Muchas son todavía las preguntas que quedan por contestar sobre el
futuro próximo de los estudiantes. Mientras tanto, seguiremos
protestando por lo que consideramos es nuestro.
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