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Portada nº 18
Información General y Opinión
Sección General


LETICIA ALONSO


Preguntas sin respuesta

El ser humano vive día a día intentando ser feliz y es la capacidad de razonar que le identifica la que a su vez le hace más difícil lograr esa felicidad. La razón nos hace ver, sentir y preguntar, y cuando no somos capaces de hallar respuestas esperamos que alguien nos las aporte.        

La actualidad viene acompañada de numerosas preguntas, pero las respuestas parecen perderse en la fina línea del horizonte que separa la realidad de la ficción. La verdad y la mentira parecen confundirse en un mundo cada vez más maniqueo.               

¿Quién está detrás del escándalo en la Asamblea de Madrid? Es muy probable que la verdad no llegue a conocerse y la sombra de la duda acompañe a la política hasta que la memoria empiece a olvidar.      

El 24 de julio se inició una Comisión de Investigación y la primera declaración corresponde a Eduardo Tamayo, el diputado rebelde. Las horas pasan de manera inevitable y la jornada parece no tener fin. Las preguntas se suceden entre los grupos políticos. Son variadas pero precisas, son las que el pueblo quiere hacer, pero de nuevo las respuestas dificultan extraer conclusiones. Todo sigue igual y dentro del cambio nada parece moverse. La duda y la confusión continúan planeando sobre Madrid.             

Pero las preguntas también adquieren carácter internacional y una duda impera sobre todas las demás, ¿dónde están las armas de destrucción masiva? Su presunta existencia provocó la guerra de Irak y ahora parecen haber desaparecido. Cuando millones de personas salían a la calle gritando “No a la guerra” era cuando se daba como respuesta la existencia de dichas armas y el riesgo que representaban. Entonces, cuando no se preguntaba nada, contestaban; quizás porque con el tiempo se ha descubierto que su respuesta era falsa. La mentira y el silencio vencían a la transparencia.         

Ahora se han de pedir responsabilidades porque ahora sí que hay muchas preguntas que hacer, ¿por qué han muerto tantos civiles iraquíes?, ¿por qué se ha suicidado David Kelly, asesor del Gobierno británico en armas bacteriológicas?, ¿por qué murió asesinado José Couso?         

Cuando John Milton dijo “aquel que ha cegado los ojos del pueblo le echa en cara su ceguera” no se refería a nuestra realidad pero era perfectamente aplicable. La mirada del pueblo no es sostenida por el poder y le cierran sus ojos interrogantes para escapar de dar respuestas. Los actos de unos pocos pesan en la conciencia de la mayoría y la oscuridad en la información extiende poco a poco la indignación entre la sociedad.         

A lo largo de la historia han ido quedando muchas respuestas sin contestar que se han convertido en grandes misterios sin resolver. Lo más seguro es que por mucho que preguntemos nunca sepamos quién fue el asesino de Kennedy, o más recientemente, qué pasó en realidad el 11 de septiembre.           

Pero la falta de respuestas no implica que no podamos exigir responsabilidades. Si era mentira la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, alguien tendrá que asumir las culpas de las fatales consecuencias que esto provocó. Se mintió a los ciudadanos y la sangre se derramó por intereses aún ocultos. El espejo de la realidad nos devuelve una imagen desesperada y herida, y ya es hora de que alguien aguante su reflejo y asuma lo que ve. Entonar el “mea culpa” es el primer paso para mejorar las cosas.           

En este mundo de preguntas y respuestas se esconden multitud de responsabilidades que nadie asume. Si nuestras dudas son lanzadas al aire pero no son contestadas y quedan como meras acompañantes del viento, la verdad nunca saldrá a la luz. Cambiemos por tanto la cadena y miremos nuestro propio reflejo en el espejo porque, aunque debemos seguir preguntando quién es responsable, también debemos preguntarnos a nosotros mismos, ¿qué puedo hacer yo para cambiar las cosas? Uno solo sí cambia el mundo y las respuestas empiezan por hacernos las preguntas adecuadas.       

 


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